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Alfaro

Aguinaldos navideños
El folklore aguilandero de Alfaro estuvo en otro tiempo muy vivo, con letras alusivas de rancio abolengo en la tradición hispana. Los aguilandos eran cantados por las calles al ritmo que marcaban las zambombas. Antiguamente los padres y abuelos las fabricaban a los niños con botes o tiestos, la piel de un animal y la caña de un carrizo.
Como es habitual en el canto callejero alternaban cuartetas de ocho sílabas con seguidillas de seis, por ejemplo las siguientes:

Si nos va usted a bajar uva
me la baje de la blanca
que tengo un compañero
que se las come a banastas.

Dale, dale, dale,
dale a la zambomba,
dale, dale, dale,
hasta que se rompa.

Iban por las calles pidiendo frutas y dulces, nunca dinero, aunque a veces se escapaba alguna moneda.

Esta noche es Nochebuena
y mañana Navidad,
saca la bota, María,
que me voy a emborrachar.

Ya bajan rodando
por las escaleras
uvas y melones,
castañas y peras.

El tendero de la esquina
ha tenido la atención
de tirarme a la cabeza
una barra de turrón.

Dale, dale, dale…

Las paredes de esta casa
son de pino y de nogal
y el señorito que vive
las merece de cristal.

Dale, dale, dale,
dale al morenillo,
dale, dale, dale,
que ha nacido el niño.

Esta noche es Nochebuena
y no es noche de cantares,
salimos los amiguitos
a correr las navidades.

Señora María,
cara de clavel,
saque usted una luz
que la quiero ver.

La nochebuena se viene,
la nochebuena se va
y nosotros nos iremos
y no volveremos más.

Junto a estos versos más o menos comunes en otros pueblos de La Rioja, especialmente en los más cercanos al Ebro donde abundan las frutas mencionadas, aparece una tonada aguinaldera que conserva un vocabulario muy viejo: “entra mochilé, apara el morral, que la colación nos la van a dar”, siendo el mochilé el niño que llevaba la mochila donde se guardaban los obsequios. La colación era la antigua cena de Nochebuena –más restrictiva que la actual pues aunque parezca mentira era día de ayuno– término el de colación que más tarde pasó a ser equivalente a aguinaldo.

Pilar Llorente Rubio (1-1-1923), 12 de enero de 2001

Ave María Purísma le pido a la providencia
y a los amos de esta casa les pedimos la licencia
y con su permiso vamos a cantar
cuatro cantarcitos a la Trinidad.
Esta noche nace el Niño en un establo de bestias
para humillar su poblado derramando sus pobrezas
y para pesebre cuatro tristes pajas,
para calentarle aliento’e la vaca.
Y al grito de San José los pastores acudieron:
venid, pastores, venid que ha acabado de nacer.
Ardía la zarza y no se quemaba,
la Virgen María doncella y preñada,
ardía la zarza y no se quemó,
la Virgen María doncella y parió.
Por cantar estos cantares mil gracias le doy a Dios
y a los amos de esta casa mil gracias también les doy.
Entra mochilé, apara el morral
que la colación nos la van a dar.

Este cantar nos cuenta el milagro apócrifo de que mientras la Virgen daba a luz, en el portal ardía una zarza, recuerdos de la zarza que Moisés vio quemarse durante el éxodo del pueblo judío.

 
Hoguera por San Antón

El sol se levanta en el cielo y la mayor duración de la luz del atardecer empieza a notarse alrededor del 17 de febrero, así lo dice el refrán: “Por Santa Celicia a paso de gallina, por San Antón a paso de lechón”.

En la víspera de San Antón los alfareños queman hogueras enormes por barrios y asan patatas y carne.

Bonifacio Gil recogió una graciosa canción de la hoguera de San Antón:

El día de San Antón,
mucho después de la hoguera
jugaron al triquitraque,
san Juan y la Madalena.
La Madalena está mala
y la visita un barbero
y no se ha de poner buena
si no le cortan el pelo.
Qué guapa eres,
qué linda vas,
la saya corta y el delantal.

 
San Blas y la Candelaria

El día dos de febrero, la Candelaria, se bendicen cirios. Ante uno de estos cirios, el día siguiente, San Blas, se bendice aceite de oliva con el que el sacerdote unge la garganta de los fieles. También se bendicen los roscos artesanos hechos en las panaderías.

En el año 1746, según datos del Catastro del Marqués de la Ensenada, se pagaron “al sacristán mayor por la ofrenda el día de Nuestra Señora de las Candelas por la ceniza y ramos que da a la ciudad, treinta y dos reales.»

 
Jueves Lardero

El jueves lardero es el preámbulo del carnaval. Los alfareños suben a La Plana a comer La culeca, nombre que recibe el bollo de pan preñado con huevo y chorizo, típico de esa fecha y que también se come en otros lugares de La Rioja.

 
Semana Santa

En una capilla lateral de las parroquias se monta un monumento donde está el sepulcro de Jesucristo. Algunos acuden a rezar una oración aprendida en el entorno familiar:

Levántate José     y enciende una vela
y mira a ver quién anda     por la carretera,
los ángeles son     que van de carrera
llevan al niño     vestido de seda.
–¿De quién es ese niño?     –De María es.
–¿Dónde está María?     –En el monumento,
el arca cerrada     y el niño dentro.
Cuatro palomitas     en el palomar
suben y bajan     al pie del altar,
al pie del altar,     al pie del altar.

 
Quema de los Judas

Si hay una fiesta tradicional que se ha mantenido en Alfaro con todo su vigor y que incluso ha ido creciendo en vistosidad y animación esa es, sin duda, la de la quema de los judas el día de Pascua de Resurrección. Antes de acabar la misa del mediodía ya están preparados los muñecos de tela y paja en muchas calles de la ciudad para ser quemados. Cuerdas de un lado a otro de la calle que llegan a ser volteadas para que ardan mejor los judeses.

 
Piedras bendecidas contra las tormentas

Alfaro, Villar Librada Francés (10-1-1903), 27 de septiembre de 2000.

“Cuando oíamos las campanas de Gloria del Señor pues decíamos: ‘Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad’. Y cogíamos entonces, cuando estaban tocando, cogíamos piedrecitas y las echábamos a un tazón, íbamos a la iglesia y con una botellita cogíamos agua de la pila del agua bendita. Y cuando había nublaos echábamos gotas y piedritas pa que el Señor no nos apedreara la cosecha, desde la ventana a la calle. Y rezábamos un padrenuestro.”

Para prevenir las tormentas también se guardaban los cirios que habían sido sacados en la procesión del día de Candelas. Se volvían a encender cuando amenazaba tormenta.

Y se rezaba a San Bartolomé:

San Bartolomé se levantó,
pies y manos se lavó,
con Jesucristo se encontró y le dijo:
–¿Dónde vas, Bartolomé?
–A guiar ángeles voy.
–Bartolomé, vuélvete a casa,
que yo te daré un don,
que se le da a todo hombre varón,
donde quiera que sea almentado
no caerá piedra ni rayo
ni morirá mujer de parto
ni niño de espanto.

 
Santa Quiteria de los Aires

El día 22 de mayo Alfaro celebra a Santa Quiteria que, aunque en otros lugares es la protectora contra los perros rabiosos, aquí en Alfaro se la recuerda por una leyenda que más tarde describiremos. Parece ser que la devoción a esta santa se extendió por España desde la Gascuña francesa. Hay varios santuarios en Aragón dedicados a la santa y una ermita en Sorihuela del Guadalimar (Jaén) con el mismo nombre que la advocación alfareña, Santa Quiteria de los Aires.

 
La Cruz de Mayo

El sacerdote, historiador y director de la revista Graccurris, Antonio García Calvo, nos cuenta cómo se celebraba antiguamente la fiesta de La Cruz, el día tres de mayo:

“Los dos cabildos asistían a estos actos religiosos para la bendición de campos, revestidos de capas rojas y acompañados de cetros. En la torre de las campanas de la Colegial se colocaba una bandera blanca que pagaba el Ayuntamiento. Además de las dos cruces parroquiales, se sacaba una cruz en andas, la imagen de la reina Santa Elena llevada por sus cofrades y el lignum crucis. Hacían acto de presencia seis pendones de otras tantas cofradías y una multitud de fieles con un huevo cocido en la mano. La comitiva seguía entre letanías el trayecto que lleva hasta la puerta de Tudela. Allí se colocaba un atril con el libro de conjuros y se procedía a la bendición de campos con manípulos e incienso. Una vez realizada esta bendición, los asistentes en silencio se comían el huevo cocido y regresaban a la iglesia donde pasaban a adorar la reliquia de la cruz. Popularmente se ha conocido como el día de la riola”.

(Antonio García Calvo, «Historia y religiosidad popular en torno a Santa María del Burgo en Alfaro», monográfico de Graccurris, revista de estudios alfareños, Ayuntamiento de Alfaro – Gobierno de La Rioja – I.E.R, nº 7, 1997, página 144).

Algo tendrá que ver esta bandera blanca que se colocaba en la torre de San Miguel el día de la Cruz de mayo con la costumbre que todavía se mantiene en Cervera del río Alhama de colocar una bandera blanca en la ermita de la Virgen del Monte el domingo siguiente a la Ascensión, aunque no podemos dar una explicación a esa coincidencia.

 
Guindo paseado por San Juan

La mañana de San Juan los jóvenes arrancan del campo un guindo silvestre y lo pasean por todo el pueblo en un carro adornado. En otros lugares de La Rioja Baja –Calahorra y Aguilar del Río Alhama– el guindo de San Juan se usa en una ceremonia para curar la hernia infantil.

Ese mismo día los agricultores ataban un cordón alrededor del tronco de los nogales para que las nueces no se agusanasen. A las doce de la noche los niños echaban un huevo en un vaso de agua para ver cómo a la mañana siguiente se había dibujado la silueta de un barco velero.

 
Reparto de albahaca en la procesión de San Roque

El dieciséis de agosto, San Roque, fiesta mayor en Alfaro, sale la procesión con la imagen del santo y los cofrades reparten albahaca bendecida a todos los asistentes.

La albahaca, por su sencilla belleza y por su olor ha sido una planta usada en el galanteo amoroso y también como símbolo religioso. Los danzadores de Albelda la llevaban cogida del pañuelo que rodeada su cabeza; las mozas la lucían antiguamente en sus corros. Todavía hoy se bendice –como en Alfaro-, en Torrecilla de Cameros durante la fiesta de la Virgen de Tómalos. Todas las iglesias ortodoxas griegas están llenas de plantas de albahaca. Se dice que alrededor de la tumba de Cristo creció gran cantidad de esta hierba.

No sé qué cantar te cante
ni qué despedida te eche,
adiós ramito de albahaca,
adiós vasito de leche.

Yo no lo quiero pastor
que huelen a sobaquina,
que lo quiero labrador
que huelen a albahaca fina.

 
La Virgen del Burgo y el rosario de la aurora

En la madrugada del ocho de septiembre salen los auroros de Alfaro para cantar por las calles el rosario a la Virgen del Burgo. El periódico La Rioja lo contó certera y resumidamente en su ejemplar del 11 de septiembre de 1987:

“Ya por la mañana, el tradicional rosario de la aurora estuvo muy concurrido, y a tenor de los tiempos actuales era edificante ver cómo los violines y demás instrumentos acompañaban los cánticos religiosos, que a lo largo de todo el recorrido fueron cantados por los asistentes. Centenares de personas, en su mayoría jóvenes, celebraron este acontecimiento”.

 
Romería a la Virgen del Pilar

El día doce de octubre los alfareños van andando hasta la ermita de la Virgen del Pilar, donde antiguamente había ermitaño. Se venden los cordones del Pilar que son de colores y se cuelgan en casa, también como pulseras en las muñecas. El día de la Virgen del Burgo también se repartían cordones protectores.

 
Antigua romería a Yerga

En el derruido monasterio benedectino de Niencebas permaneció hasta el año 1806 una imagen de la Virgen que el pueblo llamaba la del Tomillo o la Tomillera. Hasta allí iban los alfareños en romería, llevando en andas la imagen de la del Burgo. Un antiguo cantar así lo decía:

A la Virgen del Burgo
llevan a Yerga
a que vea a su hermana
la Tomillera.

“Por el gasto que causa anualmente con el cabildo de esta insigne real colegial en la procesión que anualmente hace a la basílica de Nuestra Señora de Yerga distante cuatro leguas de esta ciudad con la milagrosa imagen de Nuestra Señora del Burgo, mil quinientos reales.”

(Catastro del Marqués de la Ensenada. Respuestas Generales de Alfaro. Año 1746).

El lugar al que se acudía de romería eran las ruinas del primer monasterio benedictino de España, cuna del actual monasterio de San Raimundo en Fitero.

“Yerga es un despoblado… donde se fundó primitivamente el monasterio de Fitero y en cuyo sitio existe aún la basílica de Ntra. Sra. de Yerga… cruza un arroyo bastante caudaloso titulado el barranco del Cura… abunda de robles, carrascos, coscojos, matas bajas y yerbas de pasto.”

(Pascual Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Rioja. Madrid. 1851. Reedición en Logroño. 1985, página 214).

La romería a Yerga tenía también otro fin, el de llevar la imagen de la Virgen alfareña a unos vecinos que vivían lejos del pueblo, en el término llamado La Cañada, camino de Yerga, donde habitaban en el siglo XVIII hasta cuarenta familias que se dedicaban a la agricultura y el pastoreo. La romería pasó varias vicisitudes: en primer lugar se acortó y en lugar de llegar hasta Yerga se llegaba hasta los caseríos de La Cañada; más tarde dejó de celebrarse y ante las quejas de estos alfareños periféricos se recuperó. A comienzos del siglo XIX la romería pasó a ser solo un recuerdo.

Se cuenta que los términos alfareños de Valverde, Valdejimena y Hoyañón, dentro del monte de Yerga, –lugares donde antiguamente se repartía leña de carrasca– están bendecidos y por eso nunca se infectan las magalladuras o heridas que se hacen allí. Hace muchos años, a un tal Pedro se le cayó encima la encina que estaba cortando y no le pasó nada. En su recuerdo pusieron una cruz que desde entonces se llama la Cruz de San Pedro.

(José María Solano Antoñanzas, El Valle del Cidacos, Cuenca del Ebro, edición del autor, Calahorra, 1997, página 346).

Los siglos XVII y XVIII fueron muy propicios para el arte del danzado. Las ciudades grandes y medianas del Valle del Ebro tuvieron grupos de danzas con maestros semiprofesionales que actuaban en su propia localidad y que eran contratados en otras para participar con su arte en actos festivos. Los danzadores de Alfaro se prodigaron durante el siglo XVII. Los vemos concurrir varias veces a las fiestas de San Fermín de Pamplona. En el siglo XVIII debió mantenerse la danza en Alfaro pero casi todos los contratos profesionales de esta zona de España se los llevaron los danzadores valencianos. Probablemente la danza desapareció con las prohibiciones de finales del siglo XVIII que impedían la entrada en la iglesia de danzas y otros regocijos. El convulso comienzo del siglo XIX debió impedir que la tradición se recuperara.

Danzadores de Alfaro en Pamplona, según el Archivo Municipal de la capital navarra

Año 1663: «a Antonio Ximenez maestro de danzas y vecino de Alfaro, 400 reales por una danza de palos largos y cascos de hierro que an sacado para el festejo y regoçijo del glorioso martir san fermin patron de este reyno».

Año 1668: «a Antonio Ximenez vecino de la ciudad de Alfaro maestro de danzas 350 reales por aver sacado un baile de ocho hombres con su gaitero con diferentes mudanzas de paloteado y otras para la fiesta y regocijo del glorioso martir san fermin patron de este Reino».

Año 1669: «a antonio Ximenez del Portillo maestro de danzas vecino de Alfaro 330 reales por aver sacado un baile de paloteado y otras el dia de san fermin patron deste Reino de ocho hombres con su gaitero.»

Año 1671: «a Antonio Jimenez maestro de danzas vecino de Alfaro 300 reales por aber sacado una danza de ocho onbres de paloteado para las fiestas del glorioso san fermin patron de este Reino».

(Jesús Ramos, «Acercamiento al Análisis Histórico de las Danzas de Paloteado en Navarra» en Cuadernos de Sección. Folklore 3. Eusko Ikaskuntza SEV. San Sebastian. 1983).

Danza de Alfaro en Viana, año 1692

«En 1692 cobraba Antonio Jiménez por bailar en dicha fiesta él y sus compañeros 35 reales de a ocho ‘por haberse ajustado en dicha cantidad dicha danza, benida y vuelta'».

(Juan Cruz Labeaga Mendiola, «Danzas en Viana. Siglos XVI-XIX» en Cuadernos de Sección. Folklore 3. Eusko Ikaskuntza SEV. San Sebastian. 1983).

El primer romance de tradición oral recogido en La Rioja fue una versión de Alfaro

La primera versión de un romance de tradición oral recogida en La Rioja fue en el año 1910. El profesor Rosendo Serra Pàges hizo una labor de encuesta romancística entre su alumnado de la Escuela de Institutrices de Barcelona, en la que se encontraba una chica natural de Alfaro, Catalina Ladrón, que conocía el romance de La adúltera. Rosendo lo anotó. Figura en el archivo del Cançoner popular de Catalunya, carpeta S-17, página 46-47. Esta es la versión:

Está la Catalinita, ven conmigo     sentadita en su balcón, ay, ay, ay sentadita en su balcón.
Por allí pasa un soldado     de los de mala intención.
–¿Me recogerá una noche?     –Una noche, también dos,
mi marido está de caza     por los montes de León,
para que no vuelva a casa     le echaré una maldición,
cuervos le saquen los ojos,     águilas el corazón–.
Estando en estas palabras     el marido ya llamó,
ya sale Catalinita     mudadita de color.
–¿Qué tiene Catalinita,     qué tiene mi linda flor?,
¿has tenido calenturas     o me guardas a traición?
–No he tenido calenturas     ni te he guardado a traición
se me han perdido las llaves     de tu lindo mirador.
–Plateros hay en Castilla,     orantes en el mesón–.
Estando en estas palabras     el caballo relinchó.
–¿De quién es ese caballo     que al mío le relinchó?
–Tuyo, tuyo, caballero,     que tu padre lo mandó.
–Las gracias a nuestros padres     que caballos tengo yo,
que cuando no los tenía     no me los mandaba, no–.
Estando en estas palabras     el galán estornudó.
–¿Quién es ese caballero     que en mi cama estornudó?
–Mátame, marido mío,     que te he guardado a traición.
–Que te mate Dios del cielo     que para eso te crió–.
La ha pillado de la mano     a sus padres la mandó.
–Tío, tenga usted su hija     que me ha guardado a traición.
–Llévatela, caballero,     que honrada te la di yo–.
La ha pillado de la mano     de puñaladas le dio.

 
El cancionero de Bonifacio Gil

Bonifacio Gil publicó en su Cancionero popular de La Rioja varias canciones y romances recogidos en Alfaro. Sin duda tuvo un buen corresponsal que le envió los materiales. La colecta debió hacerse hacia el año 1960. Los informantes fueron Andresa Calvo Gutiérrez, labradora de 62 años; Margarita Marqués Malumbre, de 38; Mártir Hernando Galán, de 31; Maximino Martínez Martínez, 58; y Rosalía Fernández Delgado, de 78. Entre los temas se encuentran:

Aguinaldos

Varios romances: La boda estorbada, La hermana cautiva, El quintado, La adúltera, La Virgen y el ciego y Tamar o El seductor de su hermana.

El romance de La doncella guerrera lo cantaban las niñas mientras saltaban a la comba: “En Sevilla un sevillano la desgracia le dio Dios…”

La conocida canción de despedida a los quintos: “Ya se van los quintos, madre,…” pero con una tonada diferente a la habitual en el resto de La Rioja.

Cantos de mocerío masculino, nanas, coplas de ronda, canciones del día de San Juan, avisos del sereno y aviso de estañadores.

 
Colectas recientes

En la última época, desde el año 2000, hemos entrevistado a cinco personas de Alfaro. Por otra parte, en octubre de 2000 los alumnos del Colegio Amor Misericordioso a través del profesor de Lengua y Literatura don Pedro López de Murillas, como una actividad más de la asignatura, entrevistaron a sus abuelos o personas mayores allegadas con un cuestionario sobre romances y otros géneros de tradición oral.

Igualmente lo hicieron los alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria de Alfaro-Rincón de Soto en enero de 2005, a través de su profesor de música Héctor Manuel Asensio Pérez.

El resultado de estas encuestas nos ha proporcionado nuevos romances, coplas de ronda, canciones de corro, nanas, monerías infantiles, cuentos, oraciones, brindis del vino y refranes.

Alfaro es todavía una ciudad en la que merece la pena seguir explorando la tradición oral y el costumbrismo.

 

Bendita sea La Rioja
que empieza en las conchas de Haro
y va pegadita al Ebro
y se termina en Alfaro.

Desde Aguilar a Canales,
desde Alfaro hasta Foncea.
(Carmen, Jesús e Iñaqui, La Rioja existe).

Nuestra ciudad comparte con las poblaciones del Valle Medio del Ebro, como el resto de La Rioja Baja, su afición por la tauromaquia de calle, el canto de auroras, la presencia de peñas, gigantes y cabezudos en sus fiestas, las rondallas de cuerda para acompañar los cantos de jotas y una costumbre ya en decadencia: salir a pedir los aguinaldos por las calles al toque de zambombas.

Alfaro se encuentra en el límite oriental de La Rioja, la ciudad se “mete” en una pequeña entrada del sur de la provincia de Navarra, en la desembocadura del río Alhama. Los flujos de personas del valle del Alhama y Linares (desde la provincia de Soria, La Rioja y Navarra) hacia Alfaro han sido constantes. Su cercanía a Aragón también se nota: a las cuestas en Alfaro se les llama costeras, a algo costoso se le dice costeroso, como en gran parte de Aragón. El bollo preñado festivo que en La Rioja suele llamarse bodigo, en Alfaro se le llama culeca, como en la comarca del Jalón zaragozano.

Sitio de Alfaro por el conde de Fox
El grueso de las leyendas alfareñas tiene su origen en un hecho histórico, el cerco al que se vio sometida la ciudad por el conde de Foix en el año 1465. La Crónica anónima de Enrique IV de Castilla (1454-1474, vol. II, página 175) lo describe así:

“El conde de Fox, oída esta embajada, se partió de Calahorra con intención de tomar la villa de Alfaro, por pleitesía o por fuerza, lo cual en vano procuró. Y, como en aquella villa residiese Gómez de Rojas, noble caballero ejercitado de muchos tiempos en la guerra de los navarros, defendió la villa con la ayuda de los moradores de ella, donde los franceses y gascones recibieron muy gran daño, y allí murieron muchos de ellos, y otros fueron destrozados, y así, el conde de Fox se volvió en su tierra con poca honra, mandando a los que había dejado en la guarda de Calahorra que lo siguiesen. Y en este viaje ningún otro provecho hizo, salvo mantener todo el invierno su gente en la tierra de Calahorra, con gran daño y pérdida de los moradores de ella, y mucho mayor de los suyos, porque perdió en aquel cerco muy gran parte de su gente.”

Gastón de Foix quería arrebatar Logroño, Calahorra y Alfaro a Enrique IV de Castilla. Ya había tomado Logroño y Calahorra cuando se vio derrotado en Alfaro. Un historiador local nos cuenta que este hecho perduró en la memoria de la ciudad a través de unas canciones que cantaban las mujeres:

“De aquí trata el origen de aquellas estrofas que cantaban alegres las mujeres alfareñas, al son de sus panderos:

Conde de Fox,
conde de Fox,
este es Alfaro
mas no para vos.

En Calahorra os dan gallinas
y en Logroño os dan capones;
y en Alfaro, torcejones,
que os causan gran dolor.

Conde de Fox,
conde de Fox,
este es Alfaro
mas no para vos.”

(Antonio de Blas Ladrón de Guevara, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Alfaro, La Académica, Zaragoza, 1915, página 33).

Por el estilo de estas coplas resulta bastante creíble la afirmación de Antonio de Blas y quizás él mismo llegase a conocer a alguna mujer que recordase estas coplas y que las hubiera tocado con lo que hoy llamaríamos pandereta.

 
Santa Quiteria de los Aires

El mismo Antonio de Blas nos cuenta otras dos leyendas relacionadas con el cerco de Alfaro, la de Santa Quiteria de los Aires y la del Portillo de la Cernedora:

“Una tradición respetabilísima nos cuenta que ‘un pobre hombre soñó una noche de las del cerco que el francés asaltaba un muro de la villa, por flaco y mal guardado; y, despertando con el susto, receloso de que el sueño fuese verdad, salió a la calle, y halló ser cierto y verdadero lo soñado, y dando voces con que se puso en armas la ciudad y rechazó al enemigo; el cual, haciendo después sus trincheras y fortificaciones, procuraba entrarla; y para poder hacerlo mejor, dispuso unas máquinas de fuego y otros artificios, al propósito de abrasarla; pero permitió Dios que la guardaba que, al tiempo que salió el fuego, se levantó un viento tan vehemente que volvió contra sí la llama, y, si no los abrasó, los atemorizó, sin tocar ni hacer daño a Alfaro; de modo que les obligó a dejar el cerco muy aprisa.

Esto sucedió un día de Santa Quiteria, y desde entonces la llaman Santa Quiteria de los Aires, haciéndose demostración de fiesta en su día, en memoria de tan grande beneficio; y al hombre del sueño le dieron todo un campo, que llaman Alcino, por el aviso.”

 
El Portillo de la Cernedora

“Consérvase también desde aquel tiempo en nuestra ciudad una hermosa leyenda, conocida con el nombre de Portillo de la Cernedora, y que he creído conveniente transcribir aquí, sirviéndome para ello de la amena narración que de ella hace el ilustrado jurisconsulto don Robustiano Echauz, ya que nuestras propias palabras son harto pobres. Dice así:

Graves sucesos pasaban en la villa de Alfaro, cercada de soldados navarros, deseosos de penetrar dentro de sus muros, y así satisfacer sus intentos de bandidaje y rapiña, al igual que habían hecho en Tudela y Calahorra; más avivados ahora por la fama de las riquezas y suntuosidades de las casas solariegas, relatadas a sus huestes, con el fin de enardecerlas el día de la batalla, por sus jefes don Ruiz Díaz de Mendoza, el Marqués de Cortes, Mosén Pierres, y otros que en sus escudos ostentaban roeles y toros.

La vigilancia que en el castillo, murallas y puertas de la villa había era constante y activa; los gremios rivalizaban en celo; los hombres de armas de los principales señores no descansaban; los Bonifaz, Soracoiz, Salazar; Pérez de Araciel, Ezquerro. Roda, Villanueva, contaban seis huestes disponibles y las animaban; la vida militar y guerrera de la villa estaba concentrada en una de las puertas que daban al Ebro en la parte de Navarra, en la de San Martín y en sus alrededores, en los que se habían reñido escaramuzas, se intentaron salidas, y donde en desigual y arriesgada lucha de cuatro navarros contra uno, contra Hernando de la Pamplonilla, quedó este prisionero, y respetada su vida por su valentía y arrojo.

Semanas y meses transcurrían; los navarros empeñados en la ocupación de la villa, y los alfareños dispuestos a defender lo suyo, ninguno cejaba; cada día aumentaban el furor de unos y el atrevimiento de los otros; los hombres decididos y las mujeres sin temor les ayudaban y requerían a la defensa, distinguiéndose entre todas una de condición humilde y esforzado valor, María la Pamplonilla, de oficio cernedora y madre del prisionero Hernando, respetada por los hombres de guerra, y a la que se concedían y permitían licencias a otros negadas.

Desde el día que su hijo quedó en poder de los navarros, la infeliz madre salía al anochecer de su casa, situada en las proximidades de la puerta de San Martín, con paso firme se encaminaba hacia las murallas, se aproximaba a las gentes de armas, les preguntaba con lágrimas en los ojos por el hijo de sus entrañas, y en el sitio que ella creía era el más cercano a donde fue detenido Hernando, se paraba, y así permanecía hasta que el toque de cubre fuego le obligaba a abandonar los lugares y sus penas.

Una noche de marzo, de fuerte viento, casi un vendaval, reclinada contra la muralla, oyó del exterior de ella sonidos lejanos, luego voces confusas, pronunciadas con recelo y cuidado, después palabras enérgicas más cercanas, y a pocos momentos alarmas y avisos de los guardias de un lugar inmediato a la puerta de San Martín, lugar de defensa y vigilancia, compuesto de unas torrecillas, varias almenas y una puerta, al que llamaban ‘Portillo de Navarra’; ella, María, impulsada por una fuerza superior que la dominaba, sobrecogióse, se irguió, no corriendo, a saltos marchó en dirección al portillo; los hombres de guerra que acudían le abrían paso, y ella, agitada, descompuestas, y atropellando sin respetos, gritaba: ‘Lo he conocido, es la voz de mi Hernando, dejadme’; y cesando el silencio y la alarma por los dichos de la cernedora, el chillido penetrante de la madre al reconocer al que llevó en su seno, al exclamar ‘hijo’ y la contestación del bravo alfareño, hicieron abrir la puerta y que por ella penetrase el leal, que fugado, deshecho y herido, venía a contar que los soldados del navarro Erviti habían colocado una máquina de guerra en las murallas de La Cascajosa, y haciendo grandes cantidades de leñas y combustibles para sofocar con el humo y el viento que soplaba a los defensores de Alfaro, y así facilitar el asalto.

El hecho es histórico y va unido su recuerdo al sitio de Alfaro por el conde de Fox; los nombres de Portillo de la Cernedora y Pamplonilla se conservan a través de los siglos y se pronuncian hoy, y un cuadro que se encuentra en la Colegiata, el toque de campanas en día determinado, y la colocación de aquel en el altar mayor cuando azota con dureza el viento y se desea que aplaque su furia, corroboran la tradición del temple de dos alfareños; el cariño y el instinto maternales y la bravura de un soldado.”

 
La Virgen del Burgo

La iglesia de Santa María del Burgo, extramuros de la ciudad de Alfaro, fue destruida en el año 1466 por el ataque del conde Gastón IV de Foix. La leyenda dice que los soldados navarros del conde Gastón se llevaron la imagen a la iglesia de San Cernin de Pamplona. Enterados los alfareños fueron a Pamplona, pusieron un pleito por robo, lo ganaron y la imagen se devolvió a Alfaro. Pero esa misma noche la Virgen voló de nuevo hacia Pamplona y allá se quedó. Es la muy venerada imagen de la Virgen del Camino, la peregrina patrona, llamada del Camino porque se ubicaba en Alfaro junto al Camino Real, así se dice que “La Virgen del Camino, que de Alfaro vino”.

Se trata lógicamente de una leyenda inventada e interesada. No hay documento que pruebe ni tan siquiera el robo de la imagen por los navarros o los franceses del conde de Foix. La Virgen del camino de Pamplona es del siglo XII y la del Burgo de Alfaro del XIV y a buen seguro no cambiaron de ubicación ni una ni otra. La invención de la leyenda fue probablemente del primer autor que escribió sobre ello, el pamplonés Juan Joaquín de Berdún y Guendulain en su Libro de las milagrosas vidas…. publicado en 1693. En él dedica setenta y dos páginas a esta historia de su más que probable invención.

 

En Alfaro está la cepa,
en Zaragoza el Pilar,
en Logroño San Mateo
y en Burgos la catedral.

Soy de Alfaro y no me pesa
los domingos me emborracho
y los lunes guardo fiesta
y los martes no trabajo.
Por eso yo a ustedes      les voy a relatar
una semana de trabajo      a ver si les va a gustar:
Los lunes para ir de fiesta,      los martes pa descansar,
los miércoles pa buscar novia,      los jueves pa cortejar,
los viernes pa echar la cuenta,      los sábados para cobrar,
el domingo trabajaría,      ¡pero como no dejan trabajar!

Alfareño, fanfarrón,
llevas cuchillo y navaja
pero no tienes corazón
pa sacarlos de la faja.

Lo decían los hombres de Calahorra a modo de reto. Llevaban fama de brutos y orgullosos, por lo que también se decía:

Más bruto que los de Alfaro.

La ciudad de Alfaro no espera a nadie.

Dicen que viene la peste,
en Alfaro no ha de entrar,
que está San Roque en la puerta
y el perro le morderá.

Lo decía el tío Ladre (Luis Orradre Preciado, nacido hacia 1910).

Una jota recogida en Villavelayo nos habla de Alfaro y Caparroso, sin duda hubo de cantarse en más lugares:

Cuando bajan los de Alfaro
a Caparroso a moler
no bajan por moler trigo
que también bajan por ver
lo que pasa en el molino.
Ay que toma y dale,
que por culpa del ayuntamiento
ya no alumbra el farol de mi calle.

La siguiente jota se ha hecho muy popular en La Rioja Baja y la ribera de Navarra:

Bajé de Corella a Alfaro
y me perdí en el camino,
la culpa no tuve yo,
la culpa la tuvo el vino.

En Albelda de Iregua y Pinillos de Cameros hemos recogido un dicho curioso relacionado con la astronomía que dice:

Cuando el carro triunfante mira pa Alfaro,
amanece o es de día claro (Albelda).

Cuando el carro triunfante mira para Alfaro
o va a amanecer o es de día claro (Pinillos de Cameros).

Este dicho requiere una noción siquiera aproximada de la geografía riojana. La constelación del carro –la osa mayor-, como todas las estrellas, gira por la noche a la vista del ser humano gracias a la rotación de la tierra. Al amanecer, la parte externa de la constelación apunta hacia el oeste. En ambos lugares de La Rioja central, Alfaro queda al oeste por lo que el dicho tiene su razón de ser.

Se parece bastante a otra paremia que ya se decía en España en el siglo XVI:

Aunque el carro se vuelva y quiera amanecer,
yo del otro lado me pienso volver.

Quiere decir que por mucho que amanezca (cuando la constelación del carro u osa mayor se vuelve) el vago seguirá en la cama.

(José María Alín, Cancionero tradicional, Clásicos Castalia, Madrid, 1991, páginas 381).

Los gravaleños, objeto de chanza

Ocurre un fenómeno curioso en toda España. Allá donde los caprichos de la tradición quieren colocar un pueblo de hombres y mujeres tontos, sobre ellos caen los mismos chascarrillos: Quieren tocar el cielo haciendo una torre de cestos; atan un burro a una cuerda para que se coma la hierba que crece en el campanario de la iglesia; se querellan con el sol porque siempre les da de frente, matan a huevazos a una ballena que ha aparecido en una laguna y otros chistes por el estilo. En La Rioja Baja cargan con esa cruz los gravaleños, a los que, por otra parte, se les tiene por inteligentes. Inteligencia y tontuna a veces van de la mano, basta que los habitantes del pueblo sean ingeniosos y se les ocurran las ideas más peregrinas.

Pleito al sol

Grávalos limita con el extensísimo término municipal de Alfaro. Tienen la mala suerte de tener gran parte de sus campos de cultivo en dirección a Alfaro, hacia el este, de tal forma que cuando madrugan para ir a trabajar se encuentran el sol de frente y cuando vuelven por la tarde se lo vuelven a encontrar de cara. Como la capital del partido judicial estaba en Alfaro, un día los gravaleños fueron al juzgado a poner un pleito al sol. Antes de meterse en gastos, el juez les dio la solución:

–Vayan ustedes al campo por la tarde y regresen por la mañana.

Y todos quedaron satisfechos.

La luna en la balsa de Fonsorda

Alfaro, Pilar Llorente Rubio (1-1-1923), 12 de enero de 2001

Había en aquellos tiempos una balsa, que era donde regaban todos los del campo. Y va uno y mete el burro a beber agua, saca al burro y los aparejos nadaban así encima del agua. Pasa uno y dice:

–¿Qué pasa ahí?, ¿qué estáis mirando?

–Pues mira, que está la luna en el pozo y hay que matarla a güevazos.

Con que a por todos los huevos del pueblo y todos los que había por el pueblo fueron hasta allí y venga a tirar huevos y romperlos. Y pasa uno que venía del campo y dice:

–Pero ¿qué hacéis?

–Pues nada, que se ha caído la luna en el pozo y hay que sacarla, y hay que matarla con huevos.

–¡Qué cojo…!, ¡ay!, ¡qué coña va a ser la luna, si son los aparejos de mi burra que se han caído esta mañana.

La ballena de Fonsorda

Pilar Palacios Jiménez (12-10-1924), 12 de enero de 2001.

Decían que era esto que hay en el mar, la ballena y dicen:

–Está la ballena, en nuestra balsa está la ballena y hay que matarla a güevazos y van todos con los huevos y ¡pa!, ¡pa!, y dice uno:

–Nada, la ballena, y estamos matándola a güevazos.

Y dice:

–¡Pero si es el albardón de mi burro que lo he tirao esta mañana!

 

A San Antonio

Pilar Palacios Jiménez (12-10-1924), 12 de enero de 2001.

San Antonio bendito, tres cosas pido,
salvación y dinero y un buen marido
que ni fume ni beba vino
y no se vaya con nadie más que conmigo.
San Antonio bendito, ya me lo has dado,
jugador y borracho y amancebado.

Pilar Llorente Rubio (12-10-1924), 12 de enero de 2001.

Una vieja solterona, más vieja que Romanones,
a San Antonio pedía marido en sus oraciones
y la solterona tanto rezaba
que a San Antonio ya le enfadaba.
Y es que a las viejas el santo, después que escucha sus penas,
vuelve la espalda y les dice: Me alegro de que estéis buenas.

“Esto lo aprendí de mi abuela”.

La Virgen camino del Calvario

Luis Orradre Preciado tío Ladre (1905), de una grabación familiar en cinta de vídeo hecha en el verano de 1993.

Estrellita en una en una, lucerito en dos en dos,
estrellita en tres en tres, lucerito en cuatro en cuatro,
que vas alumbrando a Cristo la noche de Jueves Santo.
Jueves Santo era aquel día cuando la Virgen María
a una mujer se ha encontrado
y le ha dicho: –Mujer cristiana, ¿ha visto usté a mi hijo amado?
–Sí Señora, sí lo he visto por aquí mismo ha pasado
con una cruz en los hombros y un madero muy pesado,
una soga a la garganta y de ella iban tirando–.
Caminemos, hijos míos, caminemos al Calvario,
que por pronto que lleguemos ya le habrán crucificado,
ya le hincaban las espinas, le remachaban los clavos.
La sangre que le caía caía a un cáliz sagrado,
el hombre que la bebiere será bienaventurado
en el mundo será rey y en la tierra coronado.
El que esta oración dijiese todos los viernes del año
sacará una alma de pena y la suya de pecado.
Como me echo en esta cama me he de echar en la güesera,
como me cubren con ropa me han de cubrir con la tierra.
¡Ay, sepoltura divina, bien olvidada te tengo!
¡Cúantos hombres y mujeres s’acuestan sanos y buenos
y a la mañana amanecen la muerte se acuesta en ellos!

Al toque de gloria

Villar Librada Francés (10-1-1903), 27 de septiembre de 2000.

Dinguilín, danga, la Virgen te llama
que subas al cielo con un caramelo
a hacerle la cama al Niño Jesús
que viene tronzado de llevar la cruz.

Canción que acompaña el soniquete de las campanas cuando tocan a entierro y funeral por la muerte de un niño.

Ya vienen los canalienses
de trabajar del canal,
han trabajadito un mes
y no les quieren pagar.

En el canal de Lodosa
vi mi primera peseta,
con ella mi pobre madre
me compró una camiseta.

Si quieren que yo les cante
la jotica de la huelga,
los de Alfaro no trabajan
que se quedan a la fresca.

Si quieren que yo les cante
la jotica del pan tierno,
este jotero no canta
ni aunque lo mande el gobierno.

En la Mejana’e Tudela
ha salido un caracol
que pesa tres mil arrobas,
lo han visto tomando el sol.

Sale el caracol triunfante
a gozar de su verdor,
va el Rodrejo el del ojete,
date preso, caracol.

Lo decía el tío Ladre (Luis Orradre Preciado, nacido hacia 1910).

Antonio de Blas Ladrón de Guevara, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Alfaro, La Académica, Zaragoza, 1915.

Antonio García Calvo, «Historia y religiosidad popular en torno a Santa María del Burgo en Alfaro», monográfico de Graccurris, revista de estudios alfareños, Ayuntamiento de Alfaro – Gobierno de La Rioja – I.E.R, nº 7, 1997.

Bonifacio Gil García, Cancionero Popular de La Rioja, C.S.I.C. – Gobierno de La Rioja, Barcelona, 1987.

Carlos Muntión, Luis Vicente Elías y Alberto Martín, Guía de Fiestas de la Rioja, Centro de investigación y animación etnográfica, Sorzano, 1988.

Javier Asensio García, «Noticias Históricas sobre Danzas en La Rioja Baja» en Gracurris, revista de estudios alfareños, Ayuntamiento de Alfaro – Gobierno de La Rioja – I.E.R, nº 6, 1997.

Jesús Ramos Martínez, “Danzadores y músicos populares de La Rioja llegados a las celebraciones de Pamplona durante el Barroco” en La danza riojana: historia, sociedad y límites geográficos, Espiral Folk, Alberite, 2001, págs. 61-78.

Joaquín Martínez Díez, Historia de Alfaro, Editorial Ochoa, Logroño, 1983.

Luisa Yravedra y Esperanza Rubio, Leyendas y tradiciones de La Rioja, I.E.R., Zaragoza, 1980; primera edición en Logroño, 1949.