Título: El petirrojo sacía la sed de Jesucristo |
Fernando Agustín nos cuenta que cuando Jesucristo estaba muriendo en la cruz y dijo «Tengo sed» un petirrojo que lo oyó le llevó unas gotitas de agua en su pico para saciarle, como lo hace con sus crías. Posado en su cara el pecho se le impregnó de la sangre que derramaba el hijo de Dios y de ahí le viene el color rojo de su pecho.
Vernáculos del petirrojo en La Rioja
Los nombres que recibe el petirrojo en nuestra tierra vienen inspirados por varios criterios:
1) Por la onomatopeya del canto, similar al choque de dos piedras pequeñas: chan chan; pi chen o chen chen. De ahí vienen los nombres de:
Pichente: Muro de Aguas, Quel, Igea, Valdemadera, Poyales, Villarroya y Cervera del río Alhama.
Chimbillo: San Vicente de la Sonsierra
2) Porque en algunos lugares se les ve aparecer cuando hace mucho frío y, en consecuencia, anuncian la nieve:
Nevador: Jalón de Cameros, Sojuela, Treviana; Neverillo: El Collado; Nevero: Bergasa; Nevadorcillo: Vadillos de Cameros.
3) Por su pecho -papo- llamativo y de color rojo:
Papirrojo: Samaniego, Carbonera, Las Ruedas de Ocón, Navalsaz, Panzares, Logroño
Papirroyo: Cervera del río Alhama, Poyales
Papito colorao: Peñaloscintos, Santa Coloma, Ventrosa de la Sierra
Papito: Gallinero de Rioja, Viniegra de Abajo, San Millán de la Cogolla, Pinillos de Cameros
Papo colorao: Cordovín, Fuenmayor
Papoíto: Enciso
Pechirrojo: Lagunilla de Jubera
Pechirrubio: Viniegra de Arriba
Pechuguillo: Avellanosa de Rioja
Pimentonerillo: Logroño, por el color de su pecho idéntico al del pimentón.
Pipalrroyo o Vivalrroyo: Autol
Pipirroyo: Calahorra.
Carbonera en Villavelayo, seguramente por el color cenizoso de las plumas o por el color ascua de su pecho.
4) Por lo mucho que se acerca al hombre y, por tanto, puede caer en cepillos, alcatrapas o víctima de carabinas. Por no desconfiar del hombre cazador se le llama bobo, Bobón del labrador: Castroviejo; Pájaro bobo: Ojacastro.
5) Por la misma razón que la anterior, o sea por lo mucho que se acerca al hombre pero desde una visión más optimista es llamado El amigo del hombre en Pinillos de Cameros y Valgañón. Es aquí en Valgañón donde Fernando nos cuenta que el papito ya demostró la amistad con el hombre cuando crucificaron a Jesucristo. Al oír al hijo de Dios decir “Tengo sed” el petirrojo acudió a darle agua con su pico igual que hace con sus crías, se manchó de la sangre que derramaba y de ahí que su pecho adquiriera el color característico que tiene en la actualidad.
La relación con el evangelio convierte la narración del señor Fernando Agustín en un cuento etiológico o casi leyenda que explica por qué los petirrojos tienen el pecho de ese color.
Esta hermosa creencia se emparenta con otras que circulan por Europa:
«… en Bretaña se venera especialmente entre los pájaros al petirrojo porque se le atribuye el mérito de haber roto con el pico una espina de la corona de Cristo; fue entonces cuando derramó la sangre que enrojeció su pecho.»
(Angelo de Gubernatis, Mitología de las plantas. Leyendas del reino vegetal. Botánica general, Ed. Olañeta, 2002, página 107).
«Según una creencia popular inglesa el petirrojo cubre de hojas y musgo el cadáver de quienes no han tenido el honor de ser enterrados.»
(Angelo de Gubernatis, Mitología de las plantas. Leyendas del reino vegetal. Botánica general, Ed. Olañeta, 2002, página 131).
El petirrojo, en inglés ruddock o robin–ruddock, a quien Shakespeare lo califica como pico caritativo en su obra Cimbelino, «arroja flores fúnebres sobre los cadáveres privados de sepultura, son todos ellos pájaros consagrados a San Martín, el sepulturero beatificado, el introductor del invierno, que, según las leyendas célticas y germánicas, partió su manto para vestir con él a unos pobres.»
(Angelo de Gubernatis, Mitología de las plantas. Leyendas del reino vegetal. Botánica general, Ed. Olañeta, 2002, página 87).