Título: Exhortación para visitar el monumento de Semana Santa |
Para recordar que Jesucristo había muerto, durante la Semana Santa se ocultaba el altar mayor y en su lugar se ponía un monumento. En Camprovín eran grandes telas descolgadas desde la bóveda que daban una imagen tridimensional. Dentro del monumento se guardaban las sagradas formas que habían desaparecido del sagrario.
Los monaguillos y, en general, todos los chicos varones del pueblo, tenían por costumbre subir a las eras baldías y bajar hasta el pueblo haciendo sonar carracas y matracas exhortando a la gente de una manera graciosa para que acudieran a visitar el monumento:
Monu, monumento
-¿Quién estará adentro?
-El rey con su sarmiento.
-¿Quién lo sacará?
-La reina que entrará.
Como complemento a esta pequeña fiesta infantil, bajando de era en era hasta el pueblo y entre los barrancos, tenían por costumbre comer cachitablas, una planta silvestre de sabor ácido que alrededor de la Semana Santa está en su punto de sazón. Se trata de la acedera –rumex acetosa-, una de las plantas campestres que ha despertado el primitivo instinto recolector de la chiquillería.