Título: El comunero de la Magdalena |
Los usos y costumbres alrededor de los terrenos comunales vienen de antiguo, suelen estar anotados en documentos guardados con celo y periódicamente se ratifican.
En terrenos de Redecilla del Camino (Burgos) lindantes con Ojacastro hay un término llamado Las Marinas o La Madalena que es comunero de Redecilla y de Ojacastro, es decir: aunque el término pertenece a Redecilla, los pastores de Ojacastro tienen derecho a pastar en él. Como contrapartida, los de Redecilla pueden llevar sus ganados a beber agua en las fuentes de Ojacastro y, en caso de necesidad, bajar hasta el mismo río Oja. Esto viene desde el año 1198 cuando el señor don Diego López de Haro donó el término a Redecilla.
Anualmente se celebra un encuentro de pastores y autoridades en el comunero de La Madalena, aunque este encuentro va decayendo y los de Redecilla apenas acuden,
https://redecilladelcamino.blogspot.com/2025/07/827-anos-de-la-donacion-del-campo-de-la.html
Se recuerdan varios rituales alrededor de esta fiesta que van desapareciendo:
“El día veintidós de julio, festividad de la Magdalena, se celebra una fiesta de pastores en el término ‘Las Marinas’ que es un comunero con Redecilla del Camino (Burgos). Se juntan pastores de ambas localidades y se leen unas Concordias de Pastos y otros documentos con varios siglos de antigüedad. En el caso que un pueblo no aparezca perdería sus derechos sobre estos terrenos. Los dos ayuntamientos aportan el vino que antes se llevaba en dos botas de una cántara de capacidad. A los jóvenes zagales no se les permitía beber hasta que no pudieran sostener la bota con sus manos. Era un día que se aprovechaba para intercambiar cencerros y perros. El juego típico era el de las ‘chapas’.”
(Carlos Muntión, Luis Vicente Elías y Alberto Martín, Guía de Fiestas de La Rioja, Centro de Investigación y Animación Etnográfica, Sorzano, 1988, páginas 117 y 118.)
“Llegados a este punto los pastores de Redecilla conducen algunas vacas hasta el río Oja con el fin de recordar y reforzar el uso de aguada que les asiste. La representación anual en las riberas del Oja estaba limitada en su duración por una fórmula vaga y colmada de indefinición, extraña en todo caso a nuestros actuales criterios de medida: la aguada y el uso de los pastos de las orillas del río podía alagarse tanto como el tiempo que uno de los vaqueros tardase en comer una hogaza de pan y en fabricar un par de abarcas de piel.»
(Rufino Gómez Villar, La comarca de Belorado: toponimia y antroponimia, Pamiela, Pamplona, 2005, página 230.)
“Como una muestra de la importancia que se da en estos pueblos a los actos que sirven para mantener los límites jurisdiccionales, se mantiene aún por el Ayuntamiento de Ojacastro la costumbre de dedicar el día de la Magdalena, 22 de julio, a una doble tradición.
A primera hora de la mañana, la Comisión Municipal, designada y presidida por el alcalde, sube a caballo por el camino de la Tejera, para trepar por la penosa cuesta de Esconetia y pasar después por las ruinas de la aldea de Zabárrula, donde el agua de la fuente del Cuezo les brinda la frescura para quitar la sed del camino, pues el sol habrá comenzado a calentar. La comitiva se detiene al llegar al sitio donde estuvo la vieja ermita de la Magdalena, lugar placentero donde se encontrará ya la Comisión del Ayuntamiento de Redecilla del Camino, de la provincia de Burgos, también presidida por su alcalde, que no olvida llevar, como el de Ojacastro, el bastón de mando.
La razón de tal encuentro es hacer ambos Ayuntamientos actos de posesión sobre el coto del monte de la Magdalena, que don Diego López de Haro donó al monasterio Premostatense de Campo Pajares, como se llamaba el actual convento de Bujedo, en la remota fecha de 31 de julio del año 1198. Esta donación puede verse en el documento que se conserva en el archivo de este convento, que publica Llorente con el n. 190 en el tomo IV de la obra «Noticias Históricas de las Provincias Vascongadas», y podrá enterarse en él de los términos del coto, sobre el que hoy ejerce jurisdicción civil el Ayuntamiento de Redecilla del Camino, pero los pastos son para los ganados de ambos municipios. Esta donación fue confirmada por
los reyes sucesivos.
Alrededor de ambas comisiones se van reuniendo algunos pastores, pocos ahora por la escasez de ganado por estos montes, para los que antaño acudían, y algún vecino que tiene su labor en las escasas tierras que aún se labran y que quieren participar en la reunión. Se inicia ésta con el rezo a la «bendita Magalena» y a continuación los Ayuntamientos reparten pan y vino a todos los congregados. Pronto se inicia el regreso, porque a la comisión de Ojacastro le espera en su pueblo otro acto tradicional de muy distinta índole.
En efecto, les aguardan el resto de los concejales para despachar una comida municipal en la que antiguamente no faltaba el plato de truchas, que se pescaban por los concejales y algunos expertos en la pesca del sabroso pez, al que sacaban de los pozos y escondrijos del Oja, en esa fecha con poca agua, y que cobraban cuando no se hallaban fácilmente al alcance de la mano, con un fuerte tenedor con largo mango de madera llamado guerrio (o garrio). Desde que hace años se intervino y reglamentó por el ramo de montes la pesca tuvo el Ayuntamiento que aquietarse y desistir de esta costumbre ancestral, privándose del exquisito plato.”
(José Joaquín Bautista Merino Urrutia, El río Oja y su comarca, Diputación de Logroño, 1968, página 287).