Título: La quinta de mujeres |
Una quinta de mujeres dicen que van a llamar,
con este feliz acuerdo la guerra terminará.
Prepararse las mujeres, que a la guerra vais a ir,
por orden del general se repartirán así:
En la plaza de Melilla las destinarán a cuerpo,
cada una cuidará de limpiar sus armamentos,
las pequeñas y gordetas a trompetas y tambores
y las que gasten buen culo esas van a zapadores,
las que todas las mañanas se van tempranico a misa,
esas van a pontoneros, que hay que hacer puentes a prisa,
las que sepan saltar bien, con soltura y gallardía,
esas irán destinadas al cuerpo Caballería,
las morenas serán cabos, las rubias serán sargentos
y las que gasten bigote, alférez de complemento.
Las que tengan por costumbre decir al novio que no,
esas irán destinadas para San Fernando Poo,
las que antes de la guerra se iban con los italianos,
esas irán destinadas a tirar bombas de mano,
las que tengan por costumbre el ir mucho a la piscina,
como están acostumbradas, esas van a la marina,
las morenas serán cabos, las rubias serán sargentos
y las que gasten bigote, alférez de complemento.
Las que tengan buenos pechos y poca formalidad
esas van a retaguardia con subsidio familiar,
las que gasten buen sostén y no se ocupen de las bragas
es que están echando instancia para policía armada
y también las jorobadas, tuertas y malos andares,
esas irán destinadas pa servicios auxiliares.
Muchos de los soldados del bando franquista que lucharon en la guerra civil, al terminar la contienda continuaron sirviendo al ejército otros tres años más. Penosa situación para una juventud que vio cómo sus congéneres de uno y otro bando morían en el frente y no siendo esto suficiente añadieron más años perdidos a su vida, licenciándose muchos en el año 1942.
A fines del siglo XIX circuló entre el mocerío español un pliego titulado Mujeres a la guerra que debió cantarse al unísono cuando la tropa formaba para el pase de revista diario. Llegada la guerra y la postguerra siguió cantándose, ahora en una versión más reducida y actualizada. De esta forma se imaginaban a las chicas, que no las veían ni en pintura, compartiendo la mili con ellos.