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Título: A una, dos, tres, cuatro o cinco
Clasificación: Cancionero
Localidad: Alcanadre
Informante: Rocío González Oliván (1-4-1954)
Recopiladores: Javier Asensio García y Helena Ortiz Viana
Lugar y fecha de recogida: Alcanadre, 10 de mayo de 2025

 

(¡A una!)
–Papá,
mamá,
Pepito
me quiere
pegar,
–¿Por qué?
–Por na.
–Por algo
será.
–Por un
papelito
que hay en el
corral.
(¡A dos!)
Una y dos,
la Betty Bop,
los tres cerditos
y el lobo feroz,
la pata la gallina
se caga en la cocina,
¡Ay!, qué cochina
es mi gallina.
Una y dos.
(¡A tres!)
Una, dos y tres,
tintero, pluma, y papel
para escribir una carta
a mi querido José,
en la carta le decía
que viva, mi tía María.
(¡A cuatro!)
Una, dos, tres y cuatro,
que cuántos quehaceres tiene mi gato,
lavarse, peinarse, ponerse los zapatos,
coger la mantilla, irse a la capilla.
(¡A cinco!)
Una, dos, tres, cuatro y cinco,
que viva Carlos quinto, ladrón y ministro.
––––-
–A ver, papá, mamá,
de cuántos añitos
me dejas casar.
–De uno, de dos, de tres, de cuatro, de cinco, de seis, de siete…

Esta canción es un objeto logradísimo de la poesía infantil, perfectamente incorporado al juego de la comba. El ritmo viene marcado por el acento prosódico de la canción que en la mayor de los casos coincide con el acento de las palabras, pero no siempre. Lo que sí es necesario es que el acento coincida con el golpe de la soga en el suelo, en su continuo girar entre el aire y el suelo. La niña entra en el aire y ha de saltar cuando la soga pega en el suelo para que no tropiece con sus pies.

A una: la niña entra, salta cuando la soga pega en el suelo y la canción llega a la sílaba acentuada de «papá» y sale de inmediato. Entonces entra otra y rápidamente hace lo mismo con «mamá» y así en un ejercicio perfectamente coordinado de todas las niñas. Si alguna falla sale del grupo, el resto comenzará de nuevo hasta conseguir la perfecta ejecución.

Las canciones están ajustadas a la ejecución del juego. Cuando van «a dos» en cada hemistiquio entra una niña y salta dos veces sobre la soga acompañando el compás binario y sale de allí a la vez que entra otra mientras el grupo canta el segundo hemistiquio. Cuando van «a tres» las frases musicales tienen tres tiempos, cuando van «a cuatro» cuatro y cuando van «a cinco» cinco.

Para terminar cantan aquello de con cuántos añitos me voy a casar. En ese caso es una sola niña la que salta en una especie de sortilegio al que no hacían excesivo caso porque si fallaba en el séptimo salto se suponía que iba a casarse con siete años; y lo mismo podía fallar a siete, que a veintisiete o a cuarenta y siete. Al margen del sortilegio, saltar cuarenta y siete veces sobre la comba sin tropezar era una pequeña hazaña de destreza y resistencia.

Y los niños en sus canciones jugaban con las palabras y con la rima, creando letras sin mucho sentido pero divertidas y donde cabían todo tipo de personajes, desde el emperador Carlos V del siglo XVI, los tres cerditos y el lobo feroz de los cuentos infantiles y la Betty Bop de los dibujos animados de la tele.

La creatividad poética infantil, anónima y colectiva, es la fuente de la poesía humana.

Bibliografía:

  • Ana Pelegrín, Repertorio de antiguos juegos infantiles, CSIC, Madrid, 1998.