Riojarchivo

 

Título: El Conde Niño XVII
Clasificación: Romancero
Localidad: Ribafrecha
Informante: Piedad Santolaya Díez (3-7-1936)
Recopilador: Javier Asensio García
Catalogación: Catalogación: IGRH 0049 + 0502, La enamorada de un muerto
OTIT: Amor que vence a la muerte
Lugar y fecha de recogida: Logroño, 26 de abril de 2004

 

Madrugaba el conde, madre,      la mañana de San Juan
a darle agua a su caballo      a las orillas del mar.
Mientras que el caballo bebe      Marcelino echa un cantar
y las aves que le oían      se paraban a escuchar.
La reina en su palacio      oyéndolo todo está.
–Mira, hija, qué bien canta      la sirenita del mar.
–No, madre, no es la sirena      porque no sabe cantar
que es el hijo de vizconde      tras de mis amores va.
–Si eso lo supiera, hija,      lo mandaría matar.
–Si a él mandas matar, madre,      a mí me mande a enterrar–.
Entran guardias al palacio      y guardias a la ciudad
y los tunos de los guardias      cien puñaladas le dan
otras tantas al caballo      echan bridas a la mar.
La princesa se ha enterado      y a casa su tío va
y le dice: –Tío mío,      un favor me va usté a dar
tengo los amores muertos      en las orillas del mar
y quisiera, tío mío,      lo mandaría enterrar.
–Si eso sólo pides, hija,      concedido lo tendrás–.
Ya van a por el cadáver      ya lo llevan a enterrar
al pasar por el palacio      un grito paró a escuchar.
–¡Antes de los ocho días      a tu lado me tendrás!–.
Pasa uno y pasan dos      la princesa enferma está
pasan tres y pasan cuatro      la princesa grave está
pasan cinco y pasan seis      ya la van a confesar
pasan siete y pasan ocho      la princesa muerta está.
Ella, como hija de reina,      la entierran en pie de altar
y él, como hijo de vizconde,      tres pasitos más atrás
en la tumba de la niña      ha florecido un rosal
con un letrero que dice      a los ciegos vista dar.
La reina que se ha enterado      a curarse ha ido allá.
–Ermita, si me curases,      un favor te voy a dar–.
Y la ermita le contesta      con mucha serenidad.
–Se querían dos amantes      no los dejastes casar
y ahora vienes que te cure      tuerta y ciega quedarás–.
En la tumba de vizconde      ha florecido un rosal
con un letrero que dice      la culpa es de su mamá.
La reina que se ha enterado      lo ha mandado recortar
cuanto más lo recortaban      más florecía el rosal.

De nuevo nos encontramos con otra magnífica versión del Conde Niño. Este romance goza en nuestra tierra de una tradición venerable y unas variantes de gran nivel poético. En este caso el romance se contamina con otro, el de La enamorada de un muerto: después de que la reina manda matar al vizconde la chica va a contarle las penas a su tío y sigue enamorada del fallecido hasta que ella misma muere.

Hemos identificado una similitud de melodía y de letra con otras versiones cercanas geográficamente, en Lagunilla de Jubera y en Avellaneda de Cameros que está en el mismo valle del río Leza. Véase El Conde Niño X y El Conde Niño XV.

Bibliografía:

  • Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.
  • Diego Catalán Menéndez-Pidal, Por campos del romancero: Estudios sobre la tradición oral moderna, Gredos, Madrid, 1970.