Título: Silvana V |
Se paseaba Silvana por su terraza florida,
guitarra de oro en sus manos que ella tañerla solía.
Su padre la está mirando de un mirador que tenía.
–¡Qué bien pareces, Silvana, con ropa de cada día!
y no la reina, tu madre, de plata y oro vestida.
Si quisieras, Silvanita, por una noche ser mía.
–Y las penas del infierno, padre, ¿quién las pasaría?
–Hay un padre santo en Roma que a los dos perdonaría–.
Al encontrarse a su madre Silvana suspiraría.
–¿Qué te pasa, hija Silvana, qué tienes, hija querida?
–Madre, váyase esta noche a la mi cama florida
porque allá está el rey, mi padre, que espera mi compañía–.
Después de pasar la noche el rey le dice a su hija:
–Si supieras, Silvanita, que doncella quedarías
en dote de casamiento silla de oro te pondría.
–¿Cómo quieres que yo quede doncella como solía?
¿cómo quieres que yo quede si he tenido ya tres hijas?
primero tuve a Juana después a doña María
y después tuve a Silvana deshonrarla tú querías–.
–¡Bendita sea Silvana y la leche que mamaste
de las penas del infierno a tu padre lo libraste!
¡Bendita seas, Silvana, y la leche que has mamado
de las penas del infierno a tu padre lo has librado!–.
El primer encuentro en El Villar de Poyales con esta magnífica informante nos deparó muy buenas versiones de romances. Más tarde tuvimos la ocasión de entrevistarla de nuevo en su casa de Logroño donde había anotado parte de sus saberes y nos sirvió para completar y corregir esta versión del viejo romance de Silvana, de gran nivel poético.
Felicitas en la puerta de su casa de El Villar de Poyales, en el mes de agosto del año 2002. Las calles de este pueblo están bellamente adornadas con flores de impatiens, igual que la terraza del palacio de Silvana.
Publicado en:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.