Título: El baile de los gigantones |
Los gigantones, madre,
en el día de la Ascensión,
tiritititaina, tiritititón,
tiritititaina, tiritititón,
como están cansados
hacen el arrimón,
tiritititaina, tiritititón,
tiritititaina, tiritititón.
En la fiesta del Corpus barcelonés del año 1424 aparece la primera cita de los gigantes. En la procesión de ese año se unió a la ya de por sí suntuosa fiesta del Corpus el agasajo por la visita de Alfonso el Magnánimo, lo que conllevó la presencia de un número elevado de entremeses en el espectáculo, seguramente el más completo celebrado hasta entonces. El Libro de las Solemnidades de la ciudad de Barcelona de 1424 nos da detalles sobre la imaginería festiva, entre ellos las dos primeras noticias de gigantes: “lo rey David ab lo giguant” y “Sanct Xpistòffol ab l·infant Jhs al coll», es decir “el rey David con el gigante” y “San Cristóbal con el Niño Jesús en el cuello”.
Las imágenes del gigante Goliat y de San Cristóbal siguieron saliendo en las procesiones, pero a raíz del descubrimiento de América, la vuelta al mundo, el viaje de exploradores, geógrafos y misioneros españoles y portugueses por todo el mundo y la fascinación que creaban en España las noticias de las nuevas tierras y sus gentes, los gigantes pasaron a representar a las distintas razas del mundo. Además, a raíz del concilio de Trento, la procesión del Corpus en el ámbito católico se hizo más esplendorosa, todas las artes y espectáculos se ponían al servicio de la fiesta, honrando a la hostia llevada dentro de la custodia y bajo palio. Los gigantes no solo representaban a las distintas razas del mundo sino la misión evangelizadora de España, cuyo objetivo era que todas las razas del mundo, representadas en sus reyes, rindieran honores al cuerpo de Cristo, que había tomado forma en un trocito de pan y salía en procesión.
Los gigantes danzaban en la procesión del Corpus, más tarde lo hicieron en otras fiestas como la octava, la Ascensión y las fiestas patronales. Siempre han caminado y bailado al ritmo de la música. Valses, pasacalles y marchas –sobre todo– son las formas musicales con las que desfilan los gigantes por las calles en los días de fiesta. El baile y la canción que nos recrea Rocío nos dice muchas cosas: en primer lugar que, antiguamente, muchas de las melodías que acompañaban el baile de los gigantes tenían letra; que el ritmo marcado por el tambor era recordado por el público; que el pueblo llano sacó una canción acoplada a ese ritmo; y que el baile de los gigantes era imitado espontáneamente en Alcanadre por un guía y su comparsa de niños.
La canción también es muy precisa al hablar del arrimón pues cuando los porteadores de los gigantes se cansan suelen arrimarse y arrimar a sus gigantes a una pared para descansar. La canción nos parece antigua por el lenguaje usado, la llamada a la madre, el estribillo y por referirse a estas figuras como gigantones, algo que fue habitual hasta los tiempos del rey Carlos III.